La importancia de analizar antes de legislar: Un caso forestal

13 de enero de 2021 Columna de opinión

A propósito de que se aprobó la idea de legislar sobre someter a evaluación de impacto ambiental los proyectos de desarrollo o explotación forestal, con el objetivo declarado de limitar la superficie máxima de una cosecha, me puse en el lugar de una propietaria forestal que quiere hacer bien la gestión y cosecha de sus bosques plantados.

André Laroze,
PhD en recursos forestales y
Secretario ejecutivo de CERTFOR (PEFC Chile).

Imaginemos que hace 23 y 21 años ella plantó dos bosques de pino, el primero de 150 hectáreas (ha) en la parte más accesible y el segundo de 100 ha a trasmano, separado por un bosque nativo de protección; ambos fueron plantados en terrenos deforestados, siendo bonificados por el programa estatal de fomento a la forestación para pequeños y medianos propietarios.

Estando por llegar la primera cosecha, se comenzó a preparar el camino a pasar por el primer bosque, con el propósito de llegar al segundo bosque con el avance de la cosecha. El segundo bosque, al ser más joven, le correspondería su cosecha más tarde. Una parte de este bosque (20 ha), por el simple hecho de estar más alejado, se convirtió en un corredor biológico, ya que conecta dos quebradas de bosque nativo.

 Para financiar la expansión de su empresa familiar, esta persona necesita cosechar 200 ha de inmediato y con el tiempo las 50 ha remanentes. Como productora responsable su objetivo es realizar una gestión forestal sostenible, siendo su intención aplicar las guías de buenas prácticas de un estándar de certificación forestal. Es decir, era su intención, hasta que se entera que una nueva ley limita la superficie máxima de cosecha a 100 ha continuas[1]

¿Qué ocurrió?

Bajo las guías de la certificación forestal, hubiera cosechado las 150 ha del bosque mayor con una buena disposición de los residuos de la cosecha, evitando así la erosión del suelo y la sedimentación de las aguas, adelantado la cosecha de 50 ha del bosque menor, pero dejando un remanente para continuar actuando como corredor biológico por unos años.

 Sin embargo, dada la necesidad económica de cosechar 200 ha y la restricción legal de no cosechar más de 100 ha continuas, tuvo que cosechar sólo 100 ha del primer bosque y la totalidad del segundo bosque, eliminando el corredor biológico. No pudo disponer correctamente de los residuos porque tuvo que reducir los costos debido a la pérdida de ingresos que implicó reemplazar las hectáreas de un bosque maduro por la cosecha a destiempo de un bosque inmaduro. Además, por no cosechar 50 ha del bosque de mayor edad resultó que se hicieron caminos que quedaron sin uso.

 Este es solo un ejemplo hipotético, de cientos parecidos considerando que se cosechan cerca de 100 mil ha al año en Chile -y afortunadamente aún no se ha aprobado el proyecto de ley en cuestión-, pero sirve para representar el hecho de que legislar sin analizar previamente las consecuencias es una de las razones por la que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.

[1] 100 ha como referencia al 100% del límite que finalmente se fije, el caso está presentado a escala.

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[1] 100 ha. como referencia al 100% del límite que finalmente se fije, el caso está presentado a escala.

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